Cuerpo, Mente y Corazón en la PRL

 

‘Seguridad basada en las personas’

 

Bestratén Belloví: «Mayor prevención equivale a más y mejores resultados»

Consejero Técnico del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, INSST; y Co-fundador de la ONG ‘Miesesglobal.org’ para la Excelencia, la Salud Empresarial y la Sostenibilidad habla de la obra de Víctor Salvo y Amalia Ortega

 

He leído de un tirón el libro “Seguridad basada en las personas”, lo que me ha permitido revivir y reafirmar aspectos esenciales de la acción preventiva para hacerla útil y exitosa. Los autores logran transmitir con un lenguaje claro y preciso una gestión de la PRL que se aprecia sencilla y práctica -como debe ser- sin complejidades ni florituras, que como se desprende es una destilación de sus ricas experiencias profesionales. Es esa PRL fundamentada en el compromiso, el diálogo y la participación, la que habría de facilitar su integración de manera natural en el sistema de gestión empresarial para contribuir al buen funcionamiento de la organización, más allá de las exigencias reglamentarias. Y no lo olvidemos, este es el objetivo primordial de la Ley de PRL y de su marco reglamentario derivado.

Que las personas sean la base del sistema preventivo como este libro propugna, es algo crucial y determinante para su efectividad. Ello obliga a que éstas sean consideradas auténticas protagonistas de una prevención proactiva y participativa en la que todos los miembros de la organización asuman las competencias necesarias y sean capaces de integrar la prevención en sus decisiones y cometidos, auto controlando sus comportamientos y auto controlando la efectividad de la política y de las acciones preventivas emprendidas. Pero tal evidencia, de toda lógica, fácil de entender, no está siendo realmente asumida cuando se habla de la importancia que tienen las personas en las organizaciones, para luego considerarlas un mero “recurso”, con la falsa pretensión de que protegiéndolas y hasta cierto modo, cuidándolas para que no sufran daños, éstas van a implicarse en la acción preventiva y vayan a aportar lo mejor de sí para generar valor a la organización. Las personas deben participar en todo aquello que les afecte de manera significativa en sus condiciones de trabajo, bien directamente o a través de sus representantes sindicales, y deben percibir claramente que son escuchadas y atendidas dignamente. Ello solo será posible si la prevención deja de ser definitivamente paternalista y reactiva, los mandos demuestran su compromiso con las personas, y los trabajadores son considerados los principales artífices y destinatarios del sistema preventivo.

Como hemos constatado en diversos estudios realizados en el INSST, existe una correlación matemática entre el nivel de calidad preventiva que desarrolla una organización y el nivel de excelencia alcanzado en sus acciones y resultados, al estar ambos ámbitos vinculados y ser interdependientes. Algo que no debería sorprendernos; es lógico y está también demostrado que cuanto más una organización se preocupa por las personas y sus condiciones de trabajo, más nivel de calidad, eficiencia y productividad alcanza. También hemos podido constatar en otros estudios, siempre realizados en colectivos amplios de expresas excelentes, que la PRL es determinante del nivel de liderazgo alcanzado por los directivos y mandos, habida cuenta que tal liderazgo debe ser entendido como la autoridad moral ganada ante los trabajadores. Es el reconocimiento que los trabajadores otorgan a sus mandos al hacerse éstos acreedores por su interés demostrado y la confianza generada.

Luego, la PRL es, además de una exigencia reglamentaria, la gran oportunidad que tienen las organizaciones para situar a las personas en el corazón de las mismas y demostrarlo con acciones preventivas directas, que además de prevenir riesgos laborales, contribuyan a dialogar, a innovar e implantar mejoras de todo tipo, a mejorar competencias compartiendo conocimientos y experiencias, a generar un clima de confianza, y como acabamos de indicar, a generar este liderazgo “visible” de los mandos implicados en el proceso preventivo, que los autores del libro cuidan de destacar. Un liderazgo que debiera ser transformador para cambiar una realidad que no satisface a las necesidades de las personas, para que ellas, además de trabajar de manera segura y saludable, encuentren significado en su trabajo, desarrollándose a través del mismo. Porque solo preocupándonos realmente por las personas con nobles metas asumidas, se pueden crear las condiciones y el marco de libertad necesario para que éstas puedan desarrollar su talento y su creatividad, respondiendo así con creces a las expectativas generadas.

Para situar a las personas en el corazón de los sistemas y de las organizaciones, debemos entender muy bien cuáles son los valores esenciales que están en la esencia de lo humano. Las potencialidades son inmensas, están en nuestros genes, pero lamentablemente no suelen desarrollarse de la mejor manera posible porque el entorno más bien las limita que las favorece. El entorno familiar y educativo, son evidentemente fundamentales en nuestro proceso vital, pero el lugar de trabajo y la empresa, son el marco extraordinario para hacer realidad ilusiones y asumir retos con los que encontrar sentido a lo que hacemos y crecer para sentirnos bien. Y ahí que los líderes, guiados por principios de honestidad y transparencia, y con las competencias emocionales necesarias, tengan un papel fundamental, observando los comportamientos de las personas y escuchándolas, para poder ayudarlas mejor, y sobre todo, “inspirarlas” en su desarrollo profesional al servicio de sus intereses y los de la organización.

Los líderes que las organizaciones necesitan deben tomar conciencia de su papel trascendental en las organizaciones y sentirse orgullosos por el mismo, y deben aprender y asumir competencias medibles de liderazgo para serles luego exigidas a través de su desempeño. El verdadero líder que las organizaciones necesitan debe entender muy bien que las personas están constituidas por cuerpo, mente, corazón y espíritu o conciencia. Y que solo cuando estos cuatro componentes que son interdependientes, se encuentran en perfecto equilibrio y armonía, la salud integral y el bienestar son alcanzables, así como las fructíferas consecuencias que se derivan.

El cuerpo requiere ser bien cuidado porque es la estructura que lo alberga todo. Es una máquina perfecta que requiere de un buen mantenimiento: Ejercicio físico, alimentación sana, control de adicciones, del estrés,… buenas compañías y bastantes cosas más, ayudarán a vivir dignamente, a prolongar nuestra vida activa y a envejecer con sentido de plenitud. Estamos preparados para adaptarnos a situaciones cambiantes como ningún animal es capaz de hacer, aunque cuando las adversidades son notorias, sufrimos con ellas y la adaptación puede incluso resultar difícil y dejar secuelas si nuestra resiliencia es pobre. Pero también es cierto que superar las adversidades ayuda a madurar y a crecer como personas. La organización saludable debe promover salud y estar muy atenta a cambios y adversidades frecuentes en el trabajo para actuar a tiempo, como los problemas ergonómicos tan comunes.

La mente necesita comprender lo que nos rodea, y el porqué de lo que hacemos. Los talentos potenciales que todos tenemos se desarrollarán con la práctica continuada, harán sentirnos capaces y útiles a los demás, disfrutando de ello. La curiosidad y el afán por aprender que están en nuestra esencia deben mantenerse activos en un marco de aprendizaje permanente para estar profesional e intelectualmente vivos y ser creativos. La motivación intrínseca en el trabajo se desarrolla mientras en él estamos aprendiendo. Cuando dejamos de aprender empezamos a morir. Y las tensiones psíquicas derivadas del estrés y otros problemas psicosociales que tantos daños generan deben ser con método y aprendizaje neutralizados.

El corazón, es el componente clave con el que poder ser dueños de nuestras emociones y sentimientos en el complejo mundo de relaciones en que nos desenvolvemos. Las relaciones son complejas y los conflictos frecuentes. Tenemos grandes carencias de inteligencia emocional que habría de ponerse en valor en las personas y en las organizaciones. La empatía nos hace verdaderamente humanos para evitar sufrimientos con nuestros actos, estar al lado del que sufre y actuar para tratar de ayudarle en la medida de nuestras posibilidades. La práctica continuada de la amabilidad con quienes nos cruzamos o nos rodean facilitará que la empatía crezca. La empatía viene marcada por la generosidad y la ayuda mutua, con el placer inmenso que genera compartir. Has sido valores esenciales para el desarrollo de la humanidad.

Y finalmente, está la conciencia, aquella que desde nuestra voz interior reclama encontrar un sentido, un valor a nuestros actos, en interés personal y colectivo, con la gran satisfacción que produce ayudar a transformar una realidad que no sea grata para que cambiándola las personas puedan sentirse mejor. Trabajar juntos para mejorar la seguridad y salud de nuestro entorno laboral genera motivación trascendente que es la más profunda del ser humano. Además, en todo trabajo, por sencillo que pudiera parecer, habría de encontrarse un significado que haga sentirse bien a quien lo realice. Destacaría tres elementos fundamentales, aunque también hay otros de importantes. Primero, que lo que se haga permita cubrir necesidades reales, formando parte de un proceso que resulta beneficioso a uno mismo pero también a otros; segundo, que se realice en un entorno de afectividad en donde se pueda encontrar apoyo ante inquietudes o dificultades que surjan; y tercero, que de su ejecución correcta se obtenga el reconocimiento o aceptación del grupo en el que nos encontremos o pertenezcamos, algo necesario por nuestra condición de seres sociables.

Hemos avanzado mucho en nuestro país con nuestro marco reglamentario en PRL. Son muchas las empresas en las que la PRL es ya un valor estratégico, pero hemos de seguir esforzándonos para generalizar, sobre todo en las pymes que son la principal fuente de ocupación y riqueza, una PRL efectiva que sea motor de excelencia, de salud empresarial y de sostenibilidad. Bienvenido el libro de Víctor y Amalia porque situando a las personas, como reiteradamente se ha dicho, en el corazón de las empresas, con una política empresarial y un liderazgo que sean acertados, ello será alcanzable. Y además estaremos cumpliendo el 8º Objetivo de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, en su Agenda 2030: Lograr un trabajo digno con un crecimiento económico inclusivo y sostenible.”

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